Fernando Aguileta, experto en comunicación de moda, cree que las consecuencias estéticas ya las estamos viviendo. “El hecho de que estemos distanciados físicamente no implica que estemos separados virtualmente o hayamos dejado de socializar. Si no hubiera nadie observándonos no pensaríamos en esa proyección y mensaje social asociado a las formas, los colores, los logos o las marcas; pensaríamos sólo en nosotros mismos, en nuestra comodidad o en nuestro bienestar”. “El hábito no hace al monje, aunque la moda sí construye y valida el avatar virtual que relata y nos presenta ante esta realidad fragmentada. ¿Por qué nos vestimos como lo hacemos y para quién? Nadie quiere hacer tanta introspección, pero es una realidad latente”.
Estéticamente no tiene claro si oscilaremos hacia lo práctico o hacía lo incómodo. “No sé si eso será relevante. ¿Nos seguirán pareciendo atractivos los elementos superfluos o por el contrario tendremos una relación más íntima con el vestir y las cosas verdaderamente importantes como la durabilidad y la permanencia?”. Fernando no es ajeno al poder emocional, además del marketiniano, de las marcas. “Media moda está encerrada diseñando, trabajando en remoto y cocinando colaboraciones”. En 2008 por ejemplo, después de que los grandes inversores se apresurasen a comprar lingotes de oro, Miuccia Prada presentó en Milán a sus modelos de lino dorado metalizado para la primavera siguiente, ¿qué no veremos cuando el calendario de las pasarelas se restablezca?